martes, 29 de junio de 2010

Boda en Juchitán, Luis Suárez.


  


    Hay   libros   que nacen  precedidos por la   fama  de su  autor;  algunos   otros  la   expectativa  que  provocan se debe principalmente   al  ilustrador.  En un  principio ese   fue el  caso de  Boda  en Juchitán. libro  que   decoró con sus  dibujos Gabriel Fernández Ledesma cuando   ya  gozaba de  un lugar principal entre los    artistas dedicados  a  embellecer el libro.  Fue  de los  primeros en sumarse al resurgimiento  del grabado en madera retomado  por la  llegada de Jean Charlot  en los tempranos veintes,   posteriormente   obtuvo la  beca Guggenheim, que  le  dio  la oportunidad de viajar  más de un  año por pequeñas  comunidades  del país  y    el suroeste  de Estados Unidos, experiencia que  se  ve  plasmaba en sus trabajos. Los  libros  en los que  que  colaboró,  se  distinguen las  tres  cualidades  que  a  su juicio debía de  tener   un libro:  utilidad, economía y  belleza.

La  génesis del  libro surgió  cuando el  autor y el prologuista  fueron invitados a una  boda en el poblado  de Juchitán Oaxaca.  Luis  Suárez  el  autor  no era originario de México.  La  visión  que otorga   la distancia, es la  que  ayuda a descubrir los  detalles  que permanecen  ocultos  a  quien de tanto  verlos  acaba por ignorarlos. El  permanente descubrimiento  se puede percibir en cada   página.

El libro se divide en 5  partes: La  ruta, El pueblo, Lo humano en el istmo, Enramada y convite, Boda y libana

La  descripción  comienza  con la cambiante  geografía recorrida  por  el  ferrocarril en su  trayecto  de Veracruz al istmo de  Tehuantepec,  le siguen  las  costumbres    gastronómicas de la región en donde   los platos en base a   iguana  y armadillo son los  que  engalanan  la  mesa.    El mercado es otro de  los   sitios que  forman  parte de la  crónica destacando la  variedad de  productos, la manera  de  exhibirlos y la completa   ausencia de  hombres que  vendan algo  y  muy pocos  que lo  compren.

El autor hace  un paréntesis  para  reproducir  la noticia  que  leyó en un periódico local.

"Ayer un  camión  atropelló  y mató  a un niño  en la plaza. Es lamentable  que se  haya perdido  un   futuro hombre de nuestro pueblo. Pero también es  un síntoma  de que Juchitán progresa, porque  ya llegan  a  su plaza los  camiones, signos de progreso"

También llama  la   atención la  agudeza del escritor  para  detectar algunas  cuestiones mucho  más  sutiles  y de gran complejidad, como el trato   despectivo de los  zapotecas hacia   los  huaves,  originado en   la  remota conquista zapoteca. 





Un lugar   de  gran importancia  en Juchitán  fue el  rio de Los Perros, cauce que como sucedía en muchas poblaciones del sur  del país,   asumía el papel de ser uno de los  principales espacios públicos.    Las personas  acudían   a verse mutuamente en el rio. Los  negocios, las intrigas y los pleitos, las declaraciones de amor, todo se discutía, con el agua  hasta  las rodillas 


Durante la estancia  en el poblado  se llevó a  cabo un funeral, el autor nos  ofrece  una  descripción muy  viva del  suceso.

"A pesar de ser un  entierro modesto, no le faltaron el desfile de  dolientes ni las  flores ni la música. Por  delante, los  varones que formaban el  cortejo, en dos filas de a uno, por ambos lados de  la  calle , descubiertos y  algunos con  cirios . Delante  de  ellos la banda  de música  con un  son  que desgarra a veces y  a  veces parece  que  es la misma entonación  que  sentimos en  acontecimientos no  dolorosos,  pero  ahora  llevando el ritmo una fúnebre  lentitud a propósito  Y a la cabeza  de todos, dos niños de siete a  diez años , con una pala cada uno, las que servirán para  cubrir  de tierra el ataúd...
Los  vestidos  floreados que siempre llevan  las mujeres han sido  sustituídos  por otro negro;  vestido  y  chal, todo negro.  La mujer más  cercana, la más afectada en dolor ,  va  en medio  de las demás,  cruzando  con los brazos  los  hombros  de  las  dos inmediatas;  caminan lentamente, y la música, muchos  metros adelante, trae hacia ellas las notas fúnebres  con  sensación  de lejanía  y profundidad, y  en ocasiones no se oye otra cosa que el grito  casi medido  de la doliente principal, coreado por los de las otras mujeres."

En  otro texto el  encargado del prólogo  Andrés Henestrosa escribió sobre los  entierros en el Istmo:

A la mañana  siguiente de  un funeral no es extraño oír en el mercado -¡Qué alegre  estuvo el entierro! Fue mucha gente . Sí . ¡ Y qué bonito llora  esa  familia!




Una  ceremonia  tradicional era la "libana"  rito de los zapotecas  viejos, en el que  parte  de la tradición   es una especie  de  discurso  dirigido  a los  contrayentes,    en  zapoteco  arcaico y  castellano, discurso en el que  se hacen frecuentes menciones a  Napoleón,  las  cuales no  dejan   de  sorprender a los  visitantes  

Para  entender esta  mezcolanza, no encontramos  mejor explicación que la  ofrecida  por Andrés  Henestrosa en uno de los  relatos   que  componen su libro  Los hombres  que  dispersó la danza  que lleva por  nombre  "La Confusión"

Las  fabulas indígenas misteriosas y sutiles, se maridaron con los apólogos y los enxiempla  castellanos, y fue como si el rio de la imaginación  ibérica se   vaciara  en el rio de  la imaginación  zapoteca. Y mezcladas  sus  aguas, sus arenas y  sus astros no se puede  ahora  separarlos, también porque tienen  curso  subterráneo, las  flores, los  animales, los  hombres, las  aves,  todos  aprendieron español. 






Un  aspecto que  se menciona ampliamente  es la ancestral    solidaridad de la comunidad, la gran  generosidad mostrada por  amigos y  familiares durante las  celebraciones y desgracias , así  como  la conocida  hospitalidad   de los pobladores. Rasgos que  por  fortuna han  perdurado  a través del  tiempo

Boda en Juchitán   es  uno de esos  libros, que aparecen muy de vez en  cuando  en comercio, no lo  andábamos  buscando, pero  cuando  lo   encontramos, no lo  dejamos  escapar.  La  impresión estuvo  bajo el  cuidado de otro  gran apasionado de los   libros Antonio Acevedo Escobedo.

Suarez, Luis. Boda en Juchitan, Cinco  reportajes,  México,  S.E.P, 1948, 66 pp.

4 comentarios:

  1. Me gustó mucho tu última frase de que "Boda en Juchitán es uno de esos libros, que aparecen muy de vez en cuando en comercio, no lo andábamos buscando, pero cuando lo encontramos, no lo dejamos escapar".
    Como siempre digo a los libreros cuando me preguntan qué busco: no busco nada en concreto, miro a ver si encuentro algo. Es como una pesca.

    A veces se recogen maravillas como esta con ilustraciones preciosas y otras veces salimos con las manos en los bolsillos.

    Me gustó la crónica del funeral y el comentario del mercado...

    ResponderEliminar
  2. Galderich.

    Gracias por tu comentario.

    Desde hace tiempo me apropié de tu respuesta.( por supuesto, citando la fuente).
    Creo que el librero la recibe de manera favorable, y ofrece los libros que a él le gustan y los que supone te puedan agradar y a veces acierta.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Libro muy interesante, sobretodo por sus ilustraciones, e como dices "Boda en Juchitán es uno de esos libros,[…], no lo andábamos buscando, pero cuando lo encontramos, no lo dejamos escapar".

    Cuanto a los libreros, ellos intentan descubrir algo para nosotros, pero el placer lograr alguno libro por “la pesca”, como dice Galderich es siempre lo mejor premio

    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Estimado Rui.

    Tienes mucha razón.
    Cada vez que entramos a una librería, aparece esa sensación tan particular.
    Cuando leí tu primer artículo sobre Graciliano Ramos (vidas secas), las imágenes que subiste, me recordaron las de "Boda en Juchitán". De ahí nació la idea de subir este post.

    Saludos biboliófilos.

    ResponderEliminar