sábado, 10 de diciembre de 2011

Librería Letrán




De   vez  en cuando  aprovecho las  mañanas de los  domingos para  acudir   al mercado de  antigüedades que  se pone  los  fines  de  semana en el  jardín Dr. Ignacio  Chávez  ubicado sobre   avenida Cuauhtémoc.  En  una  de las  acostumbradas visitas localicé  entre  un montoncito de papeles  el catálogo de una librería que me  pareció  muy  atractivo.  Recurrí de inmediato a las obras disponibles sobre las librerías en la  ciudad de México  para  obtener  alguna  información  sobre el establecimiento,  desafortunadamente la Librería Letrán no se  encontraba  en  ellas.

La duda  permaneció  hasta que  tiempo después  caminando por el  Eje Central,  nombre  con el  que  ahora se conoce a la  antigua Avenida  de San Juan de Letrán aproveché  para  dar un  pequeño  reconocimiento a lo  que  fuera   el número ocho . Me  resultó  imposible  identificar algún  vestigio del hermoso local que  aparece  fotografíado en el  catálogo, pero al otro lado de  la  avenida en el  número  cinco  estaba  una de las librería de Cristal, que  forma parte del  grupo  Noriega  y  se denomina  sucursal Letrán.  Ni tardo  ni perezoso  atravesé la  calle   y   pregunté a los  dependientes  si  el establecimiento tenía alguna  relación  con  la antigua Librería Letrán. Uno de ellos me pidió   que  esperara,  tomó el teléfono   y  trás  una  breve  charla quedó concertada  la  cita. Unos  días  después   el Sr.  Carlos  Noriega,   tuvo la   gentileza de    recibirme  y contarme  la historia del  establecimiento que  perteneció a  sus  hermanos.


Vista  general de la librería.

Todo  comenzó a finales de los  años  treinta  cuando se les comunicó a los  señores  Noriega  que  el   local   que  ocupaba su  zapatería     tendría  que ser  cerrado temporalmente  mientras  se  realizaba la construcción del pasaje  Savoy, vía   comercial que  serviría para  comunicar  a San Juan de Letrán con la  calle  16 de septiembre. Durante  el tiempo   que duró la  remodelación, se  tomó la  decisión de  cambiar de giro, los  hermanos Noriega  no  estaban  seguros  sobre la nueva  actividad a  que se  dedicarían, lo único de   lo que estaban  ciertos,  era  que  no continuaría  siendo zapatería. Camisería, pastelería fueron algunas de las opciones que se  pusieron en la mesa,   pero  finalmente  la decisión  fue  poner una librería. De esa  manera   en  1940 abrió  sus  puertas.

El momento  fue muy  propicio, las   campañas  de alfabetización, así  como el aumento de la  escolaridad  habían  incrementado  el   número de lectores    potenciales, y la industria  editorial  experimentaba  gran auge como producto de la  demanda e  impulsado  por  el establecimiento de  escritores, ilustradores y  editores que  llegaron   con la  emigración  republicana.  Los  estragos  provocados por la Segunda  Guerra  Mundial en  el  comercio  trasatlántico,  así  como   la  situación  política   repercutían en la  disponibilidad  de libros  que  habitualmente procedían  de  España. 

Una  de las alternativas  en ese  momento  fue  ir a buscar los  libros  que  hacían  falta a Argentina.
"Mi  hermano  Pepe conoció a don  Pedro García  dueño de la librería y editorial El   Ateneo, desde el momento en que se  conocieron se cayeron muy  bien,  don  Pedro    le otorgó  crédito para  la adquisición de libros,  fue  así que  comenzamos  con  la importación de   libros desde  Argentina."
 En el   catálogo de  1944 además de las  producciones nacionales se pueden  encontrar  una  cantidad  considerable  de sellos  argentinos  entre otros  Colección Austral, Editorial  Sudamericana y Ediciones  Anaconda. 
El establecimiento  ofrecía para  ese  año más de  1500  títulos  con un rango de precios que oscilaba desde $1.50 que  costaban   las  biografías de Zweig,    hasta   los  $450.00  por las  obras  completas de Pérez Galdós  de  Editorial Aguilar.  Con el paso del  tiempo    la librería  comenzó a  editar  sus  propios    libros. 

En las siguientes décadas, el pasaje  Savoy , junto a los comercios  que  albergaba,  (Cinelandia, Camisería  Rio,  Los Tranvías etc. ) vivieron  su  época  dorada. Lamentablemente la  zona sufrió    un  paulatino  deterioro. La  librería junto  a la mayoría de los  negocios  que le  dieron renombre al pasaje,   desaparecieron para  siempre.  En la  actualidad   quedan  muy  pocas huellas,  de aquellos  tiempos.  


Aparador  central.










Entrada lateral.                               Entrada principal.   

Inspirado en  el  negocio de  sus  hermanos, Carlos Noriega  abrió en  el año  1946 la Librería Bellas  Artes, negocio especializado en libros técnicos  y  científicos.   Muchos  de ellos solamente  disponibles   en inglés y   a  un alto  precio, situación  que lo  llevó a  la idea de crear  una editorial  que pusiera en español y al  alcance  del lector  mexicano los  textos con los   últimos  avances.
  Dos  cadenas de   librerías y 7000  títulos publicados por  el  Grupo Noriega   Editores,  son   el  resultado de la  aventura  editorial que  emprendió la  familia Noriega   hace   70  años,  teniendo  como  germen inicial  el  establecimiento de la olvidada  Librería Letrán.



Catálogo  General Libreria  Lerán, México , 1944.  96 pp.

7 comentarios:

Bach dijo...

¡Dichosos tiempos que ante la duda entre una pastelería y una librería se elegía esta última,! Mucho me temo que ahora la elección sería otra, con todos mis respetos para las pastelerías, No deja de ser curioso el abanico de posibilidades que manejaron los Noriega a la hora de reiniciar sus actividades. ¡Lástima que librerías tan hermosas puedan desaparecer casi sin dejar rastro!. Son cosas que producen bastante tristeza.
Un fuerte abrazo,
Alfonso,

Marco Fabrizio Ramírez Padilla dijo...

Alfonso.

Concuerdo contigo, ahora sería muy improbable que se optara por poner una librería, pensando en un negocio prometedor. Desgraciadamente es una historia que sigue y seguirá repitiéndose.
Precisamente hace unos días anunciaron el inminente cierre de la Librería Madero que es todo un referente en libro antiguo. Una verdadera lástima.
Saludos.

Te mando un abrazo.
Marco

Rui Martins dijo...

¡Buena entrada sobre la “historia” de esta librería!
Como dice Alfonso es siempre con grande disgusto que nos confrontamos con el desaparecimiento de estas hermosas librerías, que fueron muchas veces locales de venta de libros pero también local de encuentro y charla des los escritores, sus lectores e sus editores.
Otros tiempos...
Un fuerte abrazo,

bibliotranstornado dijo...

Siempre que paso por una camisería que fue una librería miro a las camisas con asco.

Marco Fabrizio Ramírez Padilla dijo...

Rui.

Tienes mucha razón, la venta de libros era sólo una parte, otra no menos importante era contar con un lugar para comentar, y compartir sobre libros.

Un abrazo hasta Portugal.

Marco Fabrizio Ramírez Padilla dijo...

BT.

Voy a empezar a hacer mi listado de los negocios que fueron librerías. para empezara mirarlas con asco... :-)
Un abrazo

Pablo.v dijo...

Hola mi abuelo Arturo Morfín Villa tuvo una librería letran en Puebla, en el centro de Puebla. Quisiera saber más de la historia muy interesante

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