Hay algunas ciudades en las que sus calles nos revelan casi tantos detalles de su historia como los que se pueden encontrar en sus más extensas crónicas; un buen ejemplo de ello es Guanajuato, ciudad que fusiona en su fisonomía su historia y vocación.
La fundación de las urbes hispanoamericanas obedeció a reglas muy precisas contenidas en las ordenanzas (leyes de indias 1573). El modelo a seguir era el trazo denominado en damero o cuadricular, pero a pesar de lo estipulado algunas ciudades eludieron aquella disposición mostrando un diseño, que más que irregular, podría calificarse de laberíntico, otorgándoles un rostro inconfundible como es el caso de Potosí, Zacatecas, Taxco, Guanajuato. .
El denominador común de éstas poblaciones fue que todas ellas nacieron como ciudades mineras, el principio bajo el que se edificaron , correspondió exclusivamente a la conveniencia de establecerse lo más cerca posible a la enorme riqueza del subsuelo.
La falta de una adecuada planeación tuvo como consecuencia una serie de problemas y peligros para sus habitantes. En el caso de Guanajuato las inundaciones provocadas por las lluvias han sido por desgracia una constante. Antes del gran desastre de 1905 se tiene memoria de al menos quince inundaciones de grandes proporciones.
La obra relata de manera detallada los daños materiales, y las tragedias humanas sucedidas a lo largo de los cuatro kilómetros que median entre la presa de la Olla y el Cantador, provocadas por las precipitaciones del treinta de junio y en especial la del primero de julio de 1905. Desaparecieron barrios enteros, quedaron destrozadas innumerables construcciones que se encontraban cercanas al río en las calles de Matavacas y Cantarranas, los servicios de agua, telégrafo, y electricidad colapsaron.
La magnitud del desastre lo convirtió en noticia internacional, el Káiser Guillermo II fue el primero de entre muchos otros mandatarios en enviar donativos.
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La inundación de Guanajuato de Joaquín G. y González fue de las primeras publicaciones en el estado que dejó testimonio gráfico de desastres naturales, no pudo imprimirse en la ciudad de Guanajuato debido a que las oficinas y la maquinaria utilizada por el periódico local "El Barretero", fueron destruidos por la avenida. El editor del Barretero recurrió a sus colegas del periódico "El Obrero" de León Guanajuato para que publicaran la noticia. De acuerdo a la costumbre se trató de un libro por entregas, en quince entregas reunía el paciente lector la obra completa.
La imprenta "El Obrero" de José de Jesús Rodríguez Fernández adquirió importancia a nivel regional al ser uno de las primeras del país que utilizó fotografías de manera regular. Por desgracia compartió años después la mala fortuna del periódico del Barretero, aunque en este caso la naturaleza no tuvo nada que ver. El primero de agosto de 1914 las fuerzas comandadas por Pascual Orozco ingresaron a la ciudad de León teniendo como primer tarea en su lista de fechorías incendiar las prensas del periódico "El Obrero" por atreverse a llamarlo, (con justa razón) asesino, salteador de caminos, y roba vacas. La destrucción de la editorial fue total.
En la portada del libro se aprecia el escudo que le fue concedido a la ciudad de Guanajuato en el siglo XVI, La Santa Fe de Granada, emblema que con el tiempo terminó por identificar no sólo la "Ciudad de Santa Fe y Real de Minas de Guanajuato" sino a todo el estado.
Un aspecto que llama la atención es que el evento a pesar de haber sido una verdadera calamidad nunca perdió la dimensión humana. La información de las personas fallecidas se daba de la siguiente manera: Tranquilino Zepeda 59 años, platero, casado con María Borja Borja padre de dos hijos. A diferencia de lo que sucede actualmente, las personas heridas los muertos y damnificados no figuraron como simples números o estadísticas, las víctimas tenían nombre, apellido, familia y ocupación .
González, Joaquín G. La inundación de Guanajuato. León Gto., Imprenta de J. Rodríguez e hijo, 1905. 244 pp.