Años antes de que José Guadalupe Posada se hiciera presente en el legendario taller de Antonio Vanegas Arroyo, ya trabajaba en el lugar Manuel Manilla un grabador que llevaba años elaborando ilustraciones en las que utilizaba las calaveras para representar la muerte de una manera muy singular.
Poco se sabe de su vida se cree que nació ca. 1830. A los 52 años de edad se integró al taller de Vanegas Arroyo y permaneció activo en el mismo hasta su retiro en 1892, murió en 1895 al parecer de tifus.
En los últimos años se han realizado grandes esfuerzos por rescatar de las sombras su legado y otorgarle el crédito que merece.