Comúnmente se considera que para hacerse de buenos ejemplares es necesario gastar una gran cantidad de recursos, sin duda hay personas que tienen la posibilidad de hacerlo y en la muy noble y muy leal ciudad de México Tenochtitlan existen lugares especiales para ellos, como anticuarios o la conocida casa de subastas de L.Morton que en algunas ocasiones llega a ofrecer ejemplares de gran interés, pero a precios inalcanzables.
Otra opción son las conocidas librerías de viejo de la colonia Roma, así como las de la calle de Donceles en el centro histórico o bien el mercado dominical de la Lagunilla. En estos sitios, como es común lo que esta a la vista del público es solo oropel. Después de algunas visitas, se puede solicitar al encargado ingresar a las bodegas donde se encuentran los libros de mayor valía. los precio son relativamente accesibles. se puede apartar ejemplares con un 10 % y se le da al cliente un 10% adicional de descuento al precio marcado si su pago es en efectivo. La mayoría de estas librerías son propiedad de los miembros de una misma familia, en la que caben desde verdaderos amantes de los libros, hasta terribles mercenarios del papel ( alguno de ellos me ofreció los despojos de un libro de oraciones después de haber destruido la encuadernación original del siglo XVIII y separado las diferentes oraciones que lo componían para venderlas de manera individual, de igual manera desbarató un ejemplar que poseía grabados de Posadas). Es tal la cantidad de libros que ofrecen en sus librerías, que si se tiene el tiempo y el conocimiento suficiente es posible adquirir verdaderas joyas por unos cuantos pesos.
El legendario mercado de la Lagullina, hace muchos años dejó de ser el paraíso para los buscadores de libros, lo que se vende actualmente ahí, ya esta muy seleccionado y el precio es siempre excesivo. Ahora para realizar verdaderos hallazgos, hay que buscar en los numerosos tianguis (mercados) de la periferia como el de la colonia San Felipe de Jesús, el del Bordo de Xochiaca, Alta Villa, el de "Las vías" cerca del monumento a la Raza, el que se pone a unas calles de la estación del metro Canal del Norte, así como en los alrededores de la estación del metro Escuela Normal, donde es posible localizar impresos del siglo XVIII, XIX y XX, primeras ediciones mexicanas, europeas y estadounidenses a precios increíbles. Otro sitio digno de mención es la feria de libro antiguo que se instala, en la misma temporada que la de Minería en el Museo Nacional de Arte, un verdadero regocijo tanto por la calidad y variedad de los libros, como por los precios ofrecidos a los escazos compradores que acuden a visitarla. Vale la pena mencionar el mercado de libro que se instala en el camellón de la calle de Durango entre Salamanca y Sonora durante la época navideña y el callejón de la condesa a un costado del palacio de minería, así como las pequeñas librerías de viejo diseminadas por la ciudad, como Abraxas alla por el rumbo de la Villa de Guadalupe que tienen siempre algo atractivo que ofrecer. Uno de los grandes placeres que disfruta el amante de los libros, es el propio recorrido que nos permite encontrarnos con cada nuevo ejemplar. Para compensar la falta de dinero, nada mejor que un poco de conocimiento y mucha paciencia.
Otra opción son las conocidas librerías de viejo de la colonia Roma, así como las de la calle de Donceles en el centro histórico o bien el mercado dominical de la Lagunilla. En estos sitios, como es común lo que esta a la vista del público es solo oropel. Después de algunas visitas, se puede solicitar al encargado ingresar a las bodegas donde se encuentran los libros de mayor valía. los precio son relativamente accesibles. se puede apartar ejemplares con un 10 % y se le da al cliente un 10% adicional de descuento al precio marcado si su pago es en efectivo. La mayoría de estas librerías son propiedad de los miembros de una misma familia, en la que caben desde verdaderos amantes de los libros, hasta terribles mercenarios del papel ( alguno de ellos me ofreció los despojos de un libro de oraciones después de haber destruido la encuadernación original del siglo XVIII y separado las diferentes oraciones que lo componían para venderlas de manera individual, de igual manera desbarató un ejemplar que poseía grabados de Posadas). Es tal la cantidad de libros que ofrecen en sus librerías, que si se tiene el tiempo y el conocimiento suficiente es posible adquirir verdaderas joyas por unos cuantos pesos.
El legendario mercado de la Lagullina, hace muchos años dejó de ser el paraíso para los buscadores de libros, lo que se vende actualmente ahí, ya esta muy seleccionado y el precio es siempre excesivo. Ahora para realizar verdaderos hallazgos, hay que buscar en los numerosos tianguis (mercados) de la periferia como el de la colonia San Felipe de Jesús, el del Bordo de Xochiaca, Alta Villa, el de "Las vías" cerca del monumento a la Raza, el que se pone a unas calles de la estación del metro Canal del Norte, así como en los alrededores de la estación del metro Escuela Normal, donde es posible localizar impresos del siglo XVIII, XIX y XX, primeras ediciones mexicanas, europeas y estadounidenses a precios increíbles. Otro sitio digno de mención es la feria de libro antiguo que se instala, en la misma temporada que la de Minería en el Museo Nacional de Arte, un verdadero regocijo tanto por la calidad y variedad de los libros, como por los precios ofrecidos a los escazos compradores que acuden a visitarla. Vale la pena mencionar el mercado de libro que se instala en el camellón de la calle de Durango entre Salamanca y Sonora durante la época navideña y el callejón de la condesa a un costado del palacio de minería, así como las pequeñas librerías de viejo diseminadas por la ciudad, como Abraxas alla por el rumbo de la Villa de Guadalupe que tienen siempre algo atractivo que ofrecer. Uno de los grandes placeres que disfruta el amante de los libros, es el propio recorrido que nos permite encontrarnos con cada nuevo ejemplar. Para compensar la falta de dinero, nada mejor que un poco de conocimiento y mucha paciencia.
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